... enterré algunos miedos y convoco a los fantasmas del pasado para jugar al ajedrez y darme el gusto de cantarles jaque mate.
... mantengo intacta la imaginación, sueño con colores, sonrío y río como siempre, aunque un poco más.
... he vuelto a apostar por el desafío, he olvidado lo que me hizo tan frágil, me he sentado conmigo mismo y me he preguntado qué es lo que quiero.
... me gusta lo que veo en el espejo.
... acaricio el olvido sin hacerme daño.
... SOY lo que quiero, subido a un caballo alado e imaginario que, encantado, me permite llevar las riendas.
... me olvido de los cuentos. El sapo sigue delirando pero se reconoce príncipe (y sabe que cotiza en alza). Ya no defiende su reino, sino que lo comparte.
... he vuelto a comprar felicidades caseras, a compartir fantasías, a descubrir lo que sabía pero no quería, a intercambiar futuros, a conquistar nuevos mundos, a saborear otros cielos.
... encuentro a quienes quieren responder a mis preguntas, a quienes mi felicidad SI les importa, a quien sin disimulo la incrementa, a quien con descaro la fabrica, a quien se cuestiona lo que siento, y a quien abro mi caja de pandora porque cada vez tengo menos secretos, menos cuidados, menos silencios.
... es la ilusión la que ahora me llama.
... he hecho un brindis a la vida no por lo que fui, ni siquiera por lo que seré. Simplemente por lo que SOY.
... y voy por más.
