Tu nombre es la flor creciendo en las arenas de mi angustia...
Tus raíces se aferraron a la infertilidad del suelo y me enseñaron la riqueza de mis piedras, alimentándonos de sueños me devolviste el amor en cada pétalo...
Hoy tu brújula me contagia de aventuras. El reencuentro vuelve viajera a esta alma que se aferraba al silencio, que insistía en la máscara dolorida de intentos, pero que no deja que el intento se quede en las palabras...
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