… y cómo contarlo… cómo volcar en palabras lo que se sintió en esa realidad lejana a esta conciencia…
Busco las palabras adecuadas y no están, no las encuentro… no existen.
(esto es nuevo… esto es nuevo… esto es nuevo… repito y repito con los ojos cerrados).
Me pasan las horas, la mañana, la tarde, el día. No encuentro palabras.
Mis manos intentan hacerme las cosas más fáciles. Voy al piano… no me alcanza.
Vos estabas ahí, estabas conmigo.
Reías y hacías todo más fácil. Todo es más fácil con esa sonrisa… y yo dudo si esa sonrisa es para mí.
Me llueven las dudas, se me caen de los bolsillos, sacuden mi suelo.
Y llega tu abrazo… y tiemblo como un ave a punto de emprender su primer vuelo, a punto de dejar el nido. El corazón a mil… se desarma… grita… no hay pulso.
Y sin vos TODO es un mundo nuevo.
Acomodo palabras. Escribo. Cuento nuestra historia. Invento partes… (mi memoria y mi orgullo siempre se enfrentan cuando tengo que hablar de lo que fuimos).
Y estás de nuevo frente a mí. Me tomás la mano, la apoyás en tu pecho… y deviene el beso.
Y no hay cielo, no hay infierno, no hay nada…
Existe el beso y este silencio.
Después te volvés pequeño y te refugiás entre mis brazos… y yo te siento ENORME y seguís entre mis brazos… y mis brazos parecen no haber tocado nada nunca… y me pregunto si saben abrazar de antes…
AHORA todo es silencio. Un silencio nuevo. El silencio de un invierno nuevo. Un silencio que nació en un otoño nuevo y que, irremediablemente, florecerá en una primavera nueva.
Porque mi mundo es nuevo desde que te fuiste.
Y porque al abrir mis ojos el sueño te llevó de nuevo…
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