A los que están, a los que son, a los que se han ido, a los que están pero no son y no se irán. A los que se ríen de mí, a los que se ríen conmigo. A los que me critican, a los que me adulan, a los que me enseñan qué soy y qué no he sido, a los que creen conocerme, a los que me conocen. A los que me dan su hombro, a los que me dan la espalda, a los que hablan y no saben, a los que saben y no hablan, a los que respetan, a los que me envuelven los sentidos. A los que me cambiaron los pañales, a los que me operaron, a mis muletas, a las vacas y a la leche, a mi familia sin sangre y a los que tienen la sangre de familia. A los que me contagian la risa, a los que me la quitan. A los que piensan sin pensar, a los que no piensan ni en mí, ni en vos, ni en nadie. A los que escriben, a los que leen, a los que viven y a los que mueren. A los que vuelan sin alas, a los que viven sin frenos y a los que me ponen el freno de mano. A los que miran sin juzgar, a los prejuicios y a los juicios, a los justos y a los sobrados. A los que me abren los ojos y me cierran la boca, a los que me abren los brazos y me cierran dentro. A los que me quieren tal y como soy, sin extras ni subtítulos: la versión original de mi mismo.
FELICIDADES.
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