… y entraste.
Sacarte de mí ya se vuelve una proeza para la que, aunque quisiera, no me alcanzarían las fuerzas… las ganas… y el tiempo.
Como sacarte si cuando pretendo desprenderte con mi mano estás ahí, entre mis dedos con los que te acaricio… si al pensar en sacarte de mis adentros estás también en la idea, formando parte de cada paso de la estrategia para sacarte de mí…
Si cuando quiero sorprenderte y asustarte de mí, sos el miedo y la sorpresa, volviéndolos inmune…
Así que te dejo, ahí, en donde te hiciste tu lugar. Haciéndote el disimulado mientras me escondés la tristeza de no tenerte entre mis bordes…

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